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Los viajes globales del Secretario General de la ONU en 2025 reflejan un mundo en crisis

**Rodeada de imágenes de guerra, desplazamiento y presión climática, la agenda de viajes del Secretario General de la ONU para 2025 refleja un mundo que enfrenta crisis interconectadas en múltiples frentes.**
odeada de imágenes de guerra, desplazamiento y presión climática, la agenda de viajes del Secretario General de la ONU para 2025 refleja un mundo que enfrenta crisis interconectadas en múltiples frentes.
Ahmed Fathi

Por Ahmed Fathi

Sede de la ONU, Nueva York: El trabajo de las Naciones Unidas rara vez se detiene, pero en 2025 apenas ha permitido que su Secretario General permanezca quieto. Una revisión del registro oficial de viajes de António Guterres se lee menos como un diario ceremonial y más como un registro continuo de un mundo sometido a una presión constante. Cada destino señala un punto de tensión. En conjunto, el patrón es inequívoco: el multilateralismo ya no opera a un ritmo estable; reacciona, se ajusta y, en ocasiones, simplemente intenta mantenerse a flote.


Desde los primeros días de enero hasta las últimas semanas de diciembre, el Secretario General se desplazó repetidamente entre Europa, Medio Oriente, África, Asia y el Pacífico. No se trató de visitas protocolarias. Reflejaron los lugares donde la intervención diplomática era más urgente y donde la ausencia de la principal voz política de la ONU habría tenido consecuencias reales.


Suiza aparece con frecuencia, y no por casualidad. Ginebra se ha convertido en la columna vertebral operativa del sistema de la ONU en un momento en que las necesidades humanitarias crecen más rápido que los recursos disponibles. Crisis de refugiados, investigaciones sobre derechos humanos y mecanismos de coordinación de emergencias confluyen cada vez más allí.


Las visitas reiteradas subrayan un sistema bajo presión financiera y política, en el que sostener las operaciones básicas requiere ahora una atención constante al más alto nivel.

Medio Oriente dominó gran parte del calendario de viajes. Egipto, Irak, Arabia Saudita, Qatar, Omán y el Líbano figuraron como escalas clave en una región marcada por conflictos sin resolver, ceses del fuego frágiles y realineamientos regionales. En Irak, el Secretario General marcó el cierre de la Misión de Asistencia de la ONU tras más de veinte años, un momento cargado de simbolismo y de incertidumbre estratégica.


La salida de la ONU planteó interrogantes complejos sobre el compromiso internacional tras la retirada, y sobre cómo equilibrar soberanía y estabilidad una vez que concluyen las misiones políticas y de mantenimiento de la paz.


En el Golfo, las visitas fueron más discretas, pero no menos relevantes. Las conversaciones se centraron en mediación, desescalamiento y coordinación regional, muchas veces lejos del escrutinio público. Estos encuentros reflejan una realidad bien conocida por los diplomáticos: la diplomacia más decisiva de la ONU rara vez ocurre frente a los micrófonos.


La presencia de África en la agenda respondió a un continente enfrentando crisis superpuestas, no aisladas. Las visitas a Etiopía, Angola, Sudáfrica y Egipto se dieron en un contexto de conflictos, estrés climático, presiones por la deuda y transiciones políticas. El enfoque ha cambiado. La ONU ya no enmarca su papel principalmente en objetivos de desarrollo a largo plazo, sino en estabilización política, acceso humanitario y fortalecimiento de la cooperación con instituciones regionales, en particular la Unión Africana, a medida que la diplomacia liderada por África adquiere mayor protagonismo.


Asia y el Pacífico presentaron un conjunto distinto de desafíos, cada vez más vinculados al resurgimiento estratégico de Asia Central. Los compromisos en China y Japón se desarrollaron en medio de la competencia entre grandes potencias, la incertidumbre económica y compromisos climáticos estancados. Las visitas a Kazajistán y Turkmenistán destacaron el papel creciente de la región como eje de energía, comercio y equilibrio geopolítico en Eurasia.


En el Sudeste Asiático y el Pacífico —Malasia, Viet Nam y Papúa Nueva Guinea— el foco se desplazó hacia el riesgo climático existencial. Para los pequeños Estados insulares, la presencia del Secretario General no es simbólica; refleja una realidad en la que la supervivencia misma se ha convertido en un asunto diplomático.


La relevancia de América Latina en la agenda de viajes del Secretario General en 2025 estuvo impulsada en gran medida por Brasil, donde la COP30 en Belém se convirtió en un momento decisivo para la diplomacia climática global. António Guterres utilizó la cumbre para lanzar advertencias contundentes: superar el umbral de 1,5 °C es ya inevitable, subrayando el costo humano de la inacción. Sus gestiones se centraron en acelerar la implementación, cerrar las brechas de financiamiento climático, proteger los bosques y reforzar la rendición de cuentas de gobiernos, instituciones financieras y grandes emisores.


Lo que otorga un significado adicional a este registro de viajes es la condición interna de la propia ONU. A lo largo de 2025, la organización enfrentó serias dificultades financieras debido a contribuciones impagas o retrasadas. Programas fueron reducidos, decisiones de personal se postergaron y la incertidumbre operativa se volvió habitual. En ese contexto, los desplazamientos del Secretario General adquirieron un objetivo adicional: reforzar el respaldo político a una institución visiblemente tensionada.


Desde la perspectiva de un corresponsal de la ONU, la historia no se mide en kilómetros recorridos ni en reuniones celebradas. Se trata de contención. Muchos de estos viajes buscaron evitar un deterioro mayor más que lograr avances decisivos. En este entorno, el éxito suele definirse por lo que no ocurre: un conflicto que no se expande, un corredor humanitario que permanece abierto, un canal diplomático que no colapsa.


El mapa de los movimientos del Secretario General en 2025 coincide estrechamente con las principales líneas de fractura del sistema internacional. Es el registro de una intervención constante en un orden global que ya no se corrige por sí solo. En el clima actual, la diplomacia no es episódica: es continua, agotadora y cada vez más personal.


El mensaje implícito en este calendario de viajes es directo. El multilateralismo hoy sobrevive gracias a la presencia, la persistencia y la presión. El movimiento casi permanente del Secretario General no es una elección; es una necesidad en un mundo que no muestra señales de desaceleración.


(La traducción ha sido generada electrónicamente. Consulte la versión original en inglés para verificar su exactitud.)

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